domingo, 21 de febrero de 2010

AMANECIDAS VIOLENTAS DE JOSÉ PANCORVO POR VÍCTOR CORAL

Si bien es cierto que la tradición poética peruana no está exenta de rasgos místicos –pensemos solo en Esther Allison (descubieta para mí por el crítico Ricardo González Vigil) o en Santa Rosa de Lima-, el tener a un poeta místico como José Pancorvo en calidad de contemporáneo no deja de ser un deslumbrante privilegio. Su reciente entrega, Amanecidas violentas (Sol Negro, 2009), confirma plenamente esta idea, y devela, por si fuera poco, algunos destellos lingüísticos que se independizan de aquella condicionante trascendente.

“Cuando pude amanecer/ ya se ponía el sol/ y me salió otra razón”, dice JP, cargado de pesar por no haber vivido el tiempo de oro de la humanidad (la Edad Media, supongo, a juzgar por el tradicionalismo que profesa); pero, a su vez, con el convencimiento de que otra perspectiva es posible en un mundo entenebrecido por la preeminencia del oro, la imagen, y sus usos y abusos que son origen de todos los mal(estares) que nos agobian en tiempos hipermodernos.

Y de ello va el poemario, de amanecidas, despertares, iluminaciones; pero también de oscuridades, grisuras, y un espíritu temible, fortalecido, que se enfrenta a la burda cotidianidad callejera cantándola, elevándola, acaso viendo lo mejor de ella, como en esa parábola de los Evangelios Gnósticos donde los discípulos de Jesús solo siente hedor y repugnancia frente a un perro putrefacto, y el Salvador se fija en la belleza de sus blanquísimos dientes…

“Vendí el mundo al botellero”. ¡Qué contundencia trivial la de este verso! Y retrata el programa de toda mística: el abandono del repugnante mundo manifestado para asumir un compromiso mayor con lo trascendente, aun cuando esto no necesariamente asegure logros poéticos (pero en el caso de JP el balance es positivo).

Amanecidas violentas es un texto tan complejo, en consecuencia, que con solo detenernos en el aspecto de las transgresiones gramaticales tendríamos para un ensayo especializado cuyos objetivos escapan a este resención. Basta señalar que en “Canción en Taxi Cristalino” aquella transgresión se devela (¿rebela?) como una auténtica necesidad expresiva:

Pero yo aún venía muy
Para regalar
El licor paraísos infinito
(…)
El muy cielos
Aún pasó
Y yo ya estoy bien
muerto
muy el cráneo de meditación.

Todo el que conoce bien a JP estima que su figuración en medios y su reconocimiento como poeta debería incrementarse. No voy a enfatizar ello. Solo quiero recordar que el camino místico aquí, en España (recordemos al gran De la Cruz) y en la China (literalmente hablando) nunca ha sido una alfombra roja hollywoodense, y andarse quejando por ello es cosa de no-logrados y codiciosos. Este no es el caso de JP: en su obra se resume -sublime y violentamente- lo mejor y lo más oscuro de nuestra tradición; lo más elevatricio -yo también me gasto mis neologismos- de nuestra desconcertante o maravillosa realidad (al gusto del cliente), y un espíritu que pugna por encontrar una salida mayor al despropósito global actual. Con Amanecidas violentas debemos celebrar que esa ideología –que podemos compartir, combatir o repudiar, igual da- no haya difuminado lo poético; más: lo ha fecundado.

Trepana el cosmos muyuntin
Y en el continuismo sublime
No pienso, no deseo,
No dudo, no recreo,
No ambiciono

Y más que las plantas del paraíso
Es en ensueño divino en el corazón y la Plaza
Y en el arte del no-espacio sin escalas
Mi residencia-templo:
Ondulo hasta cuando no existía
Y adoro
En el Corpus Christi:
Nada de bienes menores
La afinación de mi exorcismo se sublima

Fuente: Luz de limbo

lunes, 15 de febrero de 2010

AMANECIDAS VIOLENTAS DE JOSÉ PANCORVO POR JAVIER ÁGREDA (DIARIO LA REPÚBLICA, 15-02-10)

En todos los recuentos de lo mejor de la literatura peruana del 2009 figuró el poemario Amanecidas violentas de mundos (Sol Negro, 2009) del escritor José Pancorvo (Lima, 1952). Un merecido reconocimiento para un poeta insular, que publicó su primer libro –Profeta el cielo (1997)– a la edad de 45 años y cuya obra (completamente ajena a modas literarias y tendencia generacionales) es una barroca y original combinación de poesía mística, erudición libresca, lenguaje oral y recursos vanguardistas.

Las cuatro secciones de Amanecidas violentas… corresponden a las constantes de toda la obra de Pancorvo: las dos primeras (“Canciones a la eternidad violenta” y “Estados unimismados”) a la trascendencia espiritual y la experiencia mística; las dos últimas (“Amanecidas reaccionarias, satánicas…” y “Amanecidas del Imperator Inca rey…”, las de mayor interés) constituyen un encendido discurso que mezcla la crítica social, a la manera de algunos profetas bíblicos, con mitos milenaristas de origen andino.

Pero es en el plano del lenguaje en el que Pancorvo arriesga más: incorpora abundantes palabras y citas en otros idiomas, emplea expresiones del habla peruana, y hasta trasgrede muchas veces las reglas gramaticales. En ese aspecto, Amanecidas violentas… llega a algunos excesos, pues no todas las “licencias” que se toma el autor parecen justificarse en las necesidades expresivas (“… el domingo es un día especialmente peligrosísimo…” p. e.) o en la libertad imprescindible para la verdadera creación poética.

LA TEORÍA DE LOS CAMBIOS DE ENRIQUE VERÁSTEGUI POR CAMILO FERNÁNDEZ COZMAN

La relación entre poesía y conocimiento viene desde muchos atrás. Desde Edgar Allan Poe (quien relacionó la poesía con la matemática en "Filosofía de la composición") hasta Ezra Pound (la poesía debía ser una ciencia como la biología o la química, afirmaba el impenitente "amigo inconfesable" de Luis Hernández) ha pasado mucha agua bajo el puente. Ya afirmaba Guillaume Apollinaire: "Bajo el puente Mirabeau fluye el Sena/ También viejos amores". ¿Qué horizonte de posibilidades se abre cuando un poema nos lleva al siempre intrincado laberinto del saber en la denominada era del conocimiento?

César Vallejo nos habla de Heráclito, de Marx y Darwin. Rodolfo Hinostroza gusta de las circunferencias y de la fórmula de la teoría de la relatividad. Los ejemplos podrían multiplicarse. Recordemos el léxico de Saint-John Perse y su universo pleno de referencias vegetales que traduce una cosmogonía impregnada de una sensibilidad moderna y, por ende, autocrítica. Ya lo decía Octavio Paz, si no afilamos nuestra conciencia crítica, estamos aún en el páramo del medioevo.

Que este prefacio nos sirva, en algo, para adentrarnos en el último poemario de Enrique Verástegui: Teoría de los cambios (Sol negro editores: 2009), quien deja de lado el poema-río que se había manifestado en ambiciosos proyectos, como Ángelus novus, para volver al universo de la sugerencia a partir de textos más breves, pero de gran capacidad sugestiva. Aquellos que leímos, con fervor, esa ópera magna llamada En los extramuros del mundo que marcó toda una generación e hizo cambiar de rumbo a la lírica peruana, nos sentimos reconfortados ante la presencia de versos como los siguientes: "Escribí ese poema en la otra vida/ y lo refrendo ahora. No es un karma,/ es el apretón de manos entre el pasado y el futuro./ Tal vez no escribí ese poema ayer, sino en un mundo múltiple/ donde pasado, presente, y futuro se confunden:/ luz al final del túnel/ que traspasa la montaña hacia la luz" (p. 66).

La poesía de Verástegui se nutre de múltiples referencias culturales: Kant, Hegel, Leibniz, Russell, Wittgenstein, el mundo oriental, entre otras. El yo poético afirma que se le ha prohibido pensar cuando en realidad lo importante "es organizar el caos" (p. 16). Para ello se opone radicalmente a un icono de la llamada generación del 50: el gran poeta Javier Sologuren, quien se asocia a la vejez y a las convenciones sociales dominantes. El desorden de Verástegui se confronta con la norma "culta" encarnada por el poeta de Vida continua.

Sentarse como un yoga y admitir que la Biblia, Platón y Horacio se equivocaron, constituyen un acto de entrega a la frescura y belleza del universo: "teoría de los cambios florece cuando sueñas" (p. 37). En fin, un poemario que confirma el talento de Enrique Verástegui y su posición privilegiada en el orbe interminable de la poesía latinoamericana.

Fuente: La soledad de la página en blanco

martes, 9 de febrero de 2010

DEMOLICIÓN DE LOS REINOS: LIBRO DE POEMAS DEL GRUPO LITERARIO SIGNOS (SOL NEGRO EDITORES, 2010)

Sol negro editores en unos días pondrá en circulación el libro de poemas "DEMOLICIÓN DE LOS REINOS" del Grupo Literario Signos - Región Lambayeque. El libro contiene cuatro poemarios titulados "Los últimos días de Caín" de José Abad Ascurra, "¿Dónde acaso es camino?" de Cromwell Castillo Cabrejos, "Abandono del hastío" de Ronald Calle Córdova y "Persistencia del alarido" de César Boyd Brenis.

JOSÉ ABAD ASCURRA (Jaén – Cajamarca, 1979). Licenciado en Educación, especialidad de Lengua y Literatura, por la Universidad Nacional “Pedro Ruiz Gallo” de Lambayeque. Ganador de algunos concursos literarios. Ha publicado el poemario Absolución de la noche (2007).

CROMWELL CASTILLO CABREJOS (Motupe – Lambayeque, 1981). Artista plástico y diseñador gráfico. Ha obtenido en Poesía: Primer Premio Regional (2007), Premio de Plata Macroregional (2007), Mención Honrosa Nacional (2008) y Finalista en un concurso internacional (2007). Ha publicado los poemarios Agua y Transfiguración o el sonido (2007). Trabajos suyos aparecen publicados en revistas físicas y virtuales nacionales e internacionales. Dirige Tiro de gracia Editores.

RONALD CALLE CÓRDOVA (San Ignacio – Cajamarca, 1982). Licenciado en Educación, especialidad de Lengua y Literatura, por la Universidad Nacional “Pedro Ruiz Gallo” de Lambayeque. Ha obtenido el Primer Premio Regional de Poesía (2006) y el Premio Internacional “Quijoteando” (España – 2005). Ha publicado el poemario Agonía compartida (2007). Actualmente realiza estudios de Derecho en la Universidad “Señor de Sipán” de Chiclayo.

CÉSAR BOYD BRENIS (Ferreñafe – Lambayeque, 1981). Licenciado en Educación, especialidad de Lengua y Literatura, por la Universidad Nacional “Pedro Ruiz Gallo” de Lambayeque. Ganador de premios en Poesía, Cuento, Ensayo y Dramaturgia. Ha publicado Mocedades Poéticas (2002) y Heterónimos frente al espejo (2007). Labora como editor y corrector de textos en una editorial norteamericana. Dirige Tiro de gracia Editores.