¡Qué rico es mi país!, era el estentóreo grito de Pocho, José Antonio Ríos, que remataba sus sabrosas anécdotas, generalmente acompañadas de bebidas interesantes. Pocho, abogado iqueño, malhablado con gracia, uno de mis ya desgraciadamente numerosos amigos muertos, es el protagonista del poema que sigue, parte del último libro de Enrique Verástegui (Lima, 1950), publicado en julio de este año con el título “Teoría de los cambios”.
Verástegui, quien además es narrador, dramaturgo, matemático y lógico, obtuvo en 1976 nada menos que una beca Guggenheim, con la que pudo viajar a Barcelona, Menorca y París para realizar un proyecto vinculado con la Sociología de la Literatura. El libro es de grata lectura, y transmite las preocupaciones del autor en un tono propicio para llegar más al público.
Verástegui, quien además es narrador, dramaturgo, matemático y lógico, obtuvo en 1976 nada menos que una beca Guggenheim, con la que pudo viajar a Barcelona, Menorca y París para realizar un proyecto vinculado con la Sociología de la Literatura. El libro es de grata lectura, y transmite las preocupaciones del autor en un tono propicio para llegar más al público.
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