1.- Se han escrito varias reseñas sobre tu poemario. Víctor Coral en la presentación en el Teatro de Cámara hizo un trabajo crítico de comentario sobre las reseñas de Amórfor. Uno de los puntos centrales que se desgaja de las reseñas es la relación problemática entre el neobarroco y la vanguardia, cito de Néstor Perlongher: “[en la vanguardia] cualquier juego vale, y no se trata de eso, sino de evitarlo. Haroldo de Campos habla de transvanguardia —o de postutopía— y lo sería. Que se afirmara un discurso diverso heterogéneo y, en eso, ya te diferenciás de las vanguardias que tenían ciertas recetas, ciertos manifiestos, y en esa heterogeneidad aparecen”. ¿Qué piensas al respecto?
A raíz de que me atreví a agrupar estos poemas en Amórfor después de haber probado su fuerza y posibilidades unitarias con lecturas como la tuya o publicaciones en revistas de personas que no conozco y seguramente no lo haré, sino por la poesía, éllos (los poemas) me desbordaron más allá de mis miedos. Desde el principio hice mis poemas entendiendo que parte de mi vida se iba con éllos y que su cohesión o forma cerrada me otorgaba el respiro que necesitaba en ese momento ya que únicamente en la concentración que fijé en éllos evité otras acciones menos artísticas. Y, sí, mis poemas tienen un discurso heterogéneo pero milimetrado. Ya que he entendido algunos secretos (y seguramente otros otra cosa verán) para poder canalizar su unidad. Concuerdo con Haroldo de Campos cuando habla de la transcreación ya que un poema no es sino reflejo de otro poema, pero a su vez distante, ya que la persona viva, que la traduce, se invoca desde otras formas y elementos del lenguaje. Un nuevo poema es la posibilidad de una pequeñísima porción del universo. La vanguardia no es más que el enfrentamiento natural entre dos núcleos: el que está establecido y ya en retahíla y el que llega con todo su manantial de peligros. Víctor Coral, siempre cerebral, amigo sensible y oscuro, dice muy bien cuando divorcia la rapidez de la lectura y la precisión crítica: ya que todo lo barroco en mi experiencia exceptuando Trilce y sus ricos atisbos (Martín Adán cose esto en De lo barroco en el Perú) fue posterior a Amórfor; y me refiero a la experiencia profunda. Respecto al juego, y no a cualquier juego: el poeta sabe que ese tipo de poemas puede ser más hermético y doloroso que los otros; por ejemplo el que se le dedica a un hijo.
2.- Carlos García Miranda afirmó en la presentación del Yacana que él no veía la filiación neobarroca de Amórfor, más bien lo ligaba con experimentos dadaístas y decía que en tu libro el sentido no existía y que solamente se trabajaba el plano del sonido. ¿Consideras acertada esta apreciación?
A raíz de que me atreví a agrupar estos poemas en Amórfor después de haber probado su fuerza y posibilidades unitarias con lecturas como la tuya o publicaciones en revistas de personas que no conozco y seguramente no lo haré, sino por la poesía, éllos (los poemas) me desbordaron más allá de mis miedos. Desde el principio hice mis poemas entendiendo que parte de mi vida se iba con éllos y que su cohesión o forma cerrada me otorgaba el respiro que necesitaba en ese momento ya que únicamente en la concentración que fijé en éllos evité otras acciones menos artísticas. Y, sí, mis poemas tienen un discurso heterogéneo pero milimetrado. Ya que he entendido algunos secretos (y seguramente otros otra cosa verán) para poder canalizar su unidad. Concuerdo con Haroldo de Campos cuando habla de la transcreación ya que un poema no es sino reflejo de otro poema, pero a su vez distante, ya que la persona viva, que la traduce, se invoca desde otras formas y elementos del lenguaje. Un nuevo poema es la posibilidad de una pequeñísima porción del universo. La vanguardia no es más que el enfrentamiento natural entre dos núcleos: el que está establecido y ya en retahíla y el que llega con todo su manantial de peligros. Víctor Coral, siempre cerebral, amigo sensible y oscuro, dice muy bien cuando divorcia la rapidez de la lectura y la precisión crítica: ya que todo lo barroco en mi experiencia exceptuando Trilce y sus ricos atisbos (Martín Adán cose esto en De lo barroco en el Perú) fue posterior a Amórfor; y me refiero a la experiencia profunda. Respecto al juego, y no a cualquier juego: el poeta sabe que ese tipo de poemas puede ser más hermético y doloroso que los otros; por ejemplo el que se le dedica a un hijo.
2.- Carlos García Miranda afirmó en la presentación del Yacana que él no veía la filiación neobarroca de Amórfor, más bien lo ligaba con experimentos dadaístas y decía que en tu libro el sentido no existía y que solamente se trabajaba el plano del sonido. ¿Consideras acertada esta apreciación?
No. Pero me agradó mucho su aproximación de lo que podía ser lo neobarroso: esta figura deformada o formada según se aprecie las formas y lo posible en lo amorfo, que estaba hecha de la unión por el anca de un caballo y un bisonte, y que provocaba repulsión. Por cierto, que esta nueva forma se nutre de lo político ya que podemos ver en el contexto continental al caballo como a Europa que llegó a invadir América porque pasaba una etapa de hambruna violenta y al bisonte como América, riquísima y en crecimiento raudo, y sin embargo invadida. Esta recreación hace que de alguna manera se evidencie la nueva riqueza producida por el conflicto vivo entre tantas culturas que chocan y a veces explosionan. Creo que hasta ahora no se entiende muy bien lo que es el dadaísmo y el surrealismo (del que renegó Vallejo). Estos movimientos y experimentos también tienen un sentido definido por el artista. Creo que existe una ociosidad mental enviciada en el Perú y a todo nivel. Los artistas que levantaron tales obras fueron mucho más drásticos y previsores que otros que participaron de movimientos, en la pereza, más definidos. Como arquetipo está Salvador Dalí. Y, claro, el sonido es capital en Amórfor. Por eso tú aciertas al decir: “despliegue de un español andino con diversas sonoridades léxicas, semánticas y políticas que nos remiten tanto a una resistencia ideológica como simbólica: Pistelencia labios miseria desnuda / Jaspe requisas padres envinción / Gintil camino beriló luna…. En ese sentido, entendemos [Amórfor] (…) como una forma de preguntarse por las identidad(es) nacional(es) y supranacionales.”
3.- La crítica coincide en situar a tu poesía en la confluencia de dos líneas que provienen de Vallejo y de Martín Adán. Más allá de las textualidades creo que la referencia viene más bien por cierta aproximación a lo “andino”, en una conversación anterior me mencionabas tu predilección por Alejandro Peralta, Gamaliel Churata, José Maria Arguedas, Guillermo Mercado, etc: una línea particular “andina” dentro de la poesía peruana contemporánea. ¿Cómo sitúas tu poética dentro de estas múltiples y variables tradiciones?
Sí, es sospechoso. Digo: la poesía que trabaja con el lenguaje como eje generador de matrices (los poemas) corre el riesgo, y no es poco, con Vallejo y Adán, de ser encasillado en algún ángulo de algo ya definido. Cuando el arte lo que siempre busca y hace es lo contrario. Por la costumbre de la territorialidad es común que a uno lo encasillen de chiliano, patacino, liberteño, peruano, americano, del planeta Tierra y demás. El hombre de hoy entiende que todo el espectro que hierve en sus ojos rebasa esta capacidad circunscrita y limitada en lo nacional. Pero, sí, soy un poeta andino que en este amanecer lee con voracidad y afecto natural El pez de oro, Andes y El Kollao, Tremos, y toda la poesía de José María Arguedas: esto por ser éllos autores universales que bebieron férreamente de lo occidental; no de difusión, o sí, sino por ser riqueza viva y en apogeo. Esto último debe ser aprovechado al máximo. Además, uno de los más ilustres pensadores que haya tenido el Perú, José Carlos Mariátegui, escribió en su Advertencia a los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana: “He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salvación para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales.” Qué mayor verdad cabe en alguien que estudió la poesía peruana y proyectó su balance poderoso hacia el futuro. Hoy sabemos que la poesía peruana es una de las más ricas del globo.
4.- Uno de los aspectos que particularmente me llamó más la atención en tu libro es el despliegue de un español andino en el último texto del libro “Viti… Viti: Vida es su juego”, este texto, sino me equivoco fue de los últimos que incorporaste al poemario y sitúa su recorrido a partir de una sentencia de Guamán Poma: “los indios no multiplican, se van acabando y no hay remedio”, tú propones a continuación “Su espacio…Retorno será”, es una clara apuesta por una suerte de inkarrí. ¿Podrías explicarnos las concepciones que te llevaron a cerrar el libro de esa manera?
Lo que pasa es que Guamán Poma escribió repetidas veces a lo largo de su Nueva corónica y buen gobierno esto porque se vivía una aguda crisis y él como heredero y testigo veía como el mundo andino se desmoronaba por la muerte masiva de los indígenas causada por enfermedades traídas por los españoles, la mala administración de estos a raíz de que los indígenas no eran considerados personas (o se debatía esto) y la extrañísima cultura que se oponía naturalmente por no entender (o no entenderse mutuamente) lo que había en su quehacer puro de magia, mito o brujería; lo que provocaba temor o desprecio. Centauros brillantes que parecían devorar sin límite el oro y la plata (el sol y la luna) u hombres que eran niños por no acumular monedas y joyas y que practicaban la herejía: simples adoradores de fuerzas naturales y misteriosas. Amórfor se nutre de esta problemática, desgraciadamente, aún vigente aunque ya en rezago. Pero es contraria a la sentencia de Guamán Poma, ya que estamos vivos, nosotros, los descendientes, los mestizos ricos por la gran cultura formada en sincretismo provocada por la resistencia de Manco Inca, Juan Santos Atahuallpa, Túpac Amaru II y otros héroes que impidieron el exterminio, hasta La guerra silenciosa de la que escribió Manuel Scorza, y que focalizó una nueva cultura más rica. Tenemos que leer Buscando un inca. Identidad y utopía en los Andes de Alberto Flores Galindo (para estos tiempos) y La utopía arcaica: José María Arguedas y las ficciones del indigenismo de Mario Vargas Llosa (para recordar el pasado). Amórfor utiliza el español peruano y se salpica profusamente de los mitos andinos y aunque no busca una cabeza (Inkarrí), sí se arma de muchas occidentales como el soneto y la espinela y luego, nunca abandona el yaraví de Melgar. Lo mestizo, desordenado y patético del Perú hacen de él, pueblo individualísimo y extraño a España, a Europa y al mundo. Perú, hijo de lo imposible (separado de Bolivia y Ecuador). Y cierro así (“Lo animal miaru… / Lo animal bebo…”) porque el nuevo hombre peruano es indígena, español, mestizo, cholo, y totalmente diverso y como tal del mundo. El mundo donde lo mestizo reina. Y a pesar de tanta cultura el hombre sigue siendo un animal salvaje y hermoso.
Sí, es sospechoso. Digo: la poesía que trabaja con el lenguaje como eje generador de matrices (los poemas) corre el riesgo, y no es poco, con Vallejo y Adán, de ser encasillado en algún ángulo de algo ya definido. Cuando el arte lo que siempre busca y hace es lo contrario. Por la costumbre de la territorialidad es común que a uno lo encasillen de chiliano, patacino, liberteño, peruano, americano, del planeta Tierra y demás. El hombre de hoy entiende que todo el espectro que hierve en sus ojos rebasa esta capacidad circunscrita y limitada en lo nacional. Pero, sí, soy un poeta andino que en este amanecer lee con voracidad y afecto natural El pez de oro, Andes y El Kollao, Tremos, y toda la poesía de José María Arguedas: esto por ser éllos autores universales que bebieron férreamente de lo occidental; no de difusión, o sí, sino por ser riqueza viva y en apogeo. Esto último debe ser aprovechado al máximo. Además, uno de los más ilustres pensadores que haya tenido el Perú, José Carlos Mariátegui, escribió en su Advertencia a los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana: “He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salvación para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales.” Qué mayor verdad cabe en alguien que estudió la poesía peruana y proyectó su balance poderoso hacia el futuro. Hoy sabemos que la poesía peruana es una de las más ricas del globo.
4.- Uno de los aspectos que particularmente me llamó más la atención en tu libro es el despliegue de un español andino en el último texto del libro “Viti… Viti: Vida es su juego”, este texto, sino me equivoco fue de los últimos que incorporaste al poemario y sitúa su recorrido a partir de una sentencia de Guamán Poma: “los indios no multiplican, se van acabando y no hay remedio”, tú propones a continuación “Su espacio…Retorno será”, es una clara apuesta por una suerte de inkarrí. ¿Podrías explicarnos las concepciones que te llevaron a cerrar el libro de esa manera?
Lo que pasa es que Guamán Poma escribió repetidas veces a lo largo de su Nueva corónica y buen gobierno esto porque se vivía una aguda crisis y él como heredero y testigo veía como el mundo andino se desmoronaba por la muerte masiva de los indígenas causada por enfermedades traídas por los españoles, la mala administración de estos a raíz de que los indígenas no eran considerados personas (o se debatía esto) y la extrañísima cultura que se oponía naturalmente por no entender (o no entenderse mutuamente) lo que había en su quehacer puro de magia, mito o brujería; lo que provocaba temor o desprecio. Centauros brillantes que parecían devorar sin límite el oro y la plata (el sol y la luna) u hombres que eran niños por no acumular monedas y joyas y que practicaban la herejía: simples adoradores de fuerzas naturales y misteriosas. Amórfor se nutre de esta problemática, desgraciadamente, aún vigente aunque ya en rezago. Pero es contraria a la sentencia de Guamán Poma, ya que estamos vivos, nosotros, los descendientes, los mestizos ricos por la gran cultura formada en sincretismo provocada por la resistencia de Manco Inca, Juan Santos Atahuallpa, Túpac Amaru II y otros héroes que impidieron el exterminio, hasta La guerra silenciosa de la que escribió Manuel Scorza, y que focalizó una nueva cultura más rica. Tenemos que leer Buscando un inca. Identidad y utopía en los Andes de Alberto Flores Galindo (para estos tiempos) y La utopía arcaica: José María Arguedas y las ficciones del indigenismo de Mario Vargas Llosa (para recordar el pasado). Amórfor utiliza el español peruano y se salpica profusamente de los mitos andinos y aunque no busca una cabeza (Inkarrí), sí se arma de muchas occidentales como el soneto y la espinela y luego, nunca abandona el yaraví de Melgar. Lo mestizo, desordenado y patético del Perú hacen de él, pueblo individualísimo y extraño a España, a Europa y al mundo. Perú, hijo de lo imposible (separado de Bolivia y Ecuador). Y cierro así (“Lo animal miaru… / Lo animal bebo…”) porque el nuevo hombre peruano es indígena, español, mestizo, cholo, y totalmente diverso y como tal del mundo. El mundo donde lo mestizo reina. Y a pesar de tanta cultura el hombre sigue siendo un animal salvaje y hermoso.
5.- En un último recital que diste en un colegio del cono norte de Lima. Explicaste uno de tus poemas en referencia a que eres producto de una familia de campesinos y has vivido tu infancia en la sierra norteña, decías en esa oportunidad a partir del poema “Paloma enlatada” que muchas violaciones y atrocidades ocurren en la sierra. Pregunto esto a raíz que anteriormente conceptué tus poemas como “pedófilos”, y Maurizio Medo más bien los calificó de “prístinos”. En este poema aludido el locutor personaje narra la violación de una “mestiza”, pero la actitud del poeta no es solamente de rechazo: “la paloma de mejor belleza helada Perder”, sino también de deseo sexual: “en celo Llorarte en única mujer para mi consuelo”. ¿Cómo están planteadas las figuras de la mujer y el sexo en Amórfor?
Esta pregunta tiene que ver con el origen del título del libro, y aunque no pienso explicar qué significa Amórfor, sí diré, que ninguno de nosotros ha cambiado de manera natural, sino que uno es afectado por fuerzas externas mayores o menores que se quedan atrapadas en nuestro ser. Todo es forzoso en la grande ruta hacia la vida: el nacer y el florecer cuestan muchísimo. La pobreza cultural es inaceptable (los niños deben nutrirse a toda hora). El cariño y la delicadeza también están presentes y es cuando surge la calidad humana. La mujer y el sexo en Amórfor son lo mismo, porque lo que se quiere, y a pesar de todo, es la compañía, se rehuye de la gran soledad, y a pesar de eso los poetas la aman, pero por un misterioso y recóndito amor guardado que no siguió nuestras fantasmagorías. Amórfor habla del choque de los amores perdidos por opuestos en camino a la destrucción del mundo, pero sabe que todas las formas nuevas han surgido de una explosión y ligazón inaceptable. Tal vez a lo que se refiera Maurizio Medo, y en esto creo que coincide con Víctor Coral, es que Amórfor toma de la trascendencia del espíritu más que de la lectura y se muestra evidente en sus deseos y sentires y tamaño de cercanía en sus atrocidades, cuya potencia está conectada al ser humano a flor de piel porque todos podemos ser conquistadores, asesinos o héroes. Amórfor puede ser el fruto concebido de una violación y que ya nació y que es querido (o debe ser como propone David Abanto) por ser, o de, vida y nada más.
6.- Con Amórfor ocurre lo mismo que ocurre cuando uno lee a poetas de difícil lectura, pienso en Vallejo, Mallarmé, Lezama, todos estos poetas ganan mucho en las sucesivas lecturas o como afirma el título de un libro del poeta uruguayo Eduardo Espina “Lee un poco más despacio”. La “dificultad” en la lectura viene por el desconocimiento del sistema y los códigos, por ejemplo, hay una anécdota contada por mi amigo Reynaldo Jiménez entre un escritor argentino y el poeta cubano José Kozer: “durante un almuerzo, el escritor argentino decía que la obra de José Lezama Lima le sonaba, literalmente a ‘chino’, a lo que Kozer respondió con presteza: ‘El chino es un idioma que se puede aprender’”. ¿En qué idioma está escrito Amórfor? ¿Cuáles son los códigos de este sistema poético?
Esta pregunta tiene que ver con el origen del título del libro, y aunque no pienso explicar qué significa Amórfor, sí diré, que ninguno de nosotros ha cambiado de manera natural, sino que uno es afectado por fuerzas externas mayores o menores que se quedan atrapadas en nuestro ser. Todo es forzoso en la grande ruta hacia la vida: el nacer y el florecer cuestan muchísimo. La pobreza cultural es inaceptable (los niños deben nutrirse a toda hora). El cariño y la delicadeza también están presentes y es cuando surge la calidad humana. La mujer y el sexo en Amórfor son lo mismo, porque lo que se quiere, y a pesar de todo, es la compañía, se rehuye de la gran soledad, y a pesar de eso los poetas la aman, pero por un misterioso y recóndito amor guardado que no siguió nuestras fantasmagorías. Amórfor habla del choque de los amores perdidos por opuestos en camino a la destrucción del mundo, pero sabe que todas las formas nuevas han surgido de una explosión y ligazón inaceptable. Tal vez a lo que se refiera Maurizio Medo, y en esto creo que coincide con Víctor Coral, es que Amórfor toma de la trascendencia del espíritu más que de la lectura y se muestra evidente en sus deseos y sentires y tamaño de cercanía en sus atrocidades, cuya potencia está conectada al ser humano a flor de piel porque todos podemos ser conquistadores, asesinos o héroes. Amórfor puede ser el fruto concebido de una violación y que ya nació y que es querido (o debe ser como propone David Abanto) por ser, o de, vida y nada más.
6.- Con Amórfor ocurre lo mismo que ocurre cuando uno lee a poetas de difícil lectura, pienso en Vallejo, Mallarmé, Lezama, todos estos poetas ganan mucho en las sucesivas lecturas o como afirma el título de un libro del poeta uruguayo Eduardo Espina “Lee un poco más despacio”. La “dificultad” en la lectura viene por el desconocimiento del sistema y los códigos, por ejemplo, hay una anécdota contada por mi amigo Reynaldo Jiménez entre un escritor argentino y el poeta cubano José Kozer: “durante un almuerzo, el escritor argentino decía que la obra de José Lezama Lima le sonaba, literalmente a ‘chino’, a lo que Kozer respondió con presteza: ‘El chino es un idioma que se puede aprender’”. ¿En qué idioma está escrito Amórfor? ¿Cuáles son los códigos de este sistema poético?
Algo he dicho sobre esto en una pregunta anterior. El idioma de Amórfor es el pausado porque ha descubierto a Atlas, el que tiembla y sufre un pánico ya natural que lo obliga a veces a elevar los ojos como agua en el cielo de carne o de materia que yace tan alejada de la vida. La roca cultivada es su ave y noche que zarpa a lo glacial. En donde piensa en divisiones y colores refractados desde la unidad. Es la llama divorciada que recuerda a la aurora y que sangra su reconciliación en delta y limo dispuestos que esperan la magia de la semilla. Sangra porque resuena en olas de pasados veranos y ceguera inerte de gritos al hijo que pudo haber tenido y así evitar por fin la poesía. Volar desde una forma de cantar antiguo, pero que estirado de la lengua, y en la lengua, arrancada, hace lo que quiere y jamás lo que debe. El verso es ojo encallado. Sobre viento que arrastra pétalo de soledad que se reestructura en otra forma para escapar. Creo que lo más difícil es lograr un sello imbricado y ya natural en cada poema y esto se logra con el ejercicio de la lectura y la escritura; en ese orden inevitable. La correspondencia de leer y entender en alguna medida a José Lezama Lima llegará después de haber recorrido varios cauces y formaciones menos personales y logradas. La belleza es un gran impacto. Sí, esta es la dificultad que normalmente encuentra el lector inocente que busca sitiar tal forma elevada de río que nace y se desborda incluso más allá de los ojos y la memoria que nada ya ahogándose, atravesada, al estar en frente de este paisaje de núcleos. Lo mismo sucede con Nerval, Mallarmé, Vallejo, Adán, Varela, Ojeda, Deniz, Verástegui, Kozer, Pancorvo, Ramírez Ruiz, Morales Saravia, De Ramos, Santiváñez, Medo, Jiménez, Espinosa e Ildefonso. La poesía es riqueza porque es dadora de infinitos que se reducen a un verso o a un poema que da ese regalo grandioso y desconocido llamado perfección desde definiciones y cuerpos todavía no reconocidos al principio natural de búsqueda en el hombre y que lo hacen ser un arqueólogo del Todo y más allá; siempre alejado y loco. Mi sistema poético se reduce a permanecer temblando hasta que yo acabe el poema o el poema acabe conmigo. Y en esto la consecución de la palabra principal del verso es determinante. Parece que visito el absoluto sobre la fuente rota de mi mente. O en el hueso de alguna fruta que se forma.
7.- Creo que eres el único poeta de la poesía peruana reciente en emplear estructuras y figuras retóricas clásicas del verso tradicional medido, por ejemplo, utilizas sonetos, sonetos con estrambote, rimas, encabalgamientos, hipérbaton, paragoge, etc. ¿Cuáles son las funciones de este empleo? ¿Este manejo se da también en tus poemarios inéditos Facción de imperdido al arte, Sé escudo y La Catedral Sumergida?
Hoy es inevitable que utilice formas y figuras definidas de conteo aunque luego las deformo para seguir probando otras, para que alcancen a otros ojos y oídos que no estén oxidados, sino inquietos y libres. Que estén dispuestos a olvidar para vislumbrar otros océanos rejuvenecidos de islas y témpanos que se estrellan con barcos de selvas en acción mutua. Sin embargo, no creo que sea el único, seguro que hay alguien más por ahí, escondido, con sus peligros o poemas sobrenaturales. En realidad, a mí, lo que más me interesa es la cohesión en el poema, su sentido en navegación constante y no reprimida. Cerrado de núcleo y abierto de superficie. Para mí la poesía es todo o es nada. Es vida y es muerte; en equilibrio entre mis sesos y carnes que coquetean en el mediodía a la noche y a la muerte enamorada. Yo vivo su guerra en estado constante y tal vez por esto bebo hasta acabar vomitando porque quiero olvidar y así poder dormir reposado. Quisiera vivir solamente para pasear y recordar el canto de los pájaros flechados por el arco iris y tener la imaginación para ver otra vez la rara música del amor. Y soñar otro peligroso poema.
8.- Finalmente nos interesa que nos cuentes sobre el libro que vienes preparando “La poesía como secreto peruano”. Para quienes hemos seguido tu producción ensayística hemos podido leer textos como “Prisma de nivelación: locura y renacimiento en Gérard de Nerval”, “Retardar sueños del principio: la poesía de San Juan de la Cruz” o “Jorge Eduardo Eielson. Lo trópico como paisaje, apareado, de heces sombrías y santas”, en ese sentido, ¿podemos esperar un libro límite entre el poema y el ensayo?
Definitivamente. Ya que no conozco otra manera de ver la poesía si no a través de la poesía. Y entre élla y en su reposo seguramente se escribirá lo natural del sentido provocado por el poema. La verdad. Un gran poema nos borra una o muchas fronteras. Las que limitan nuestra mente y nos hace seres inferiores. Reducidos de motivos y sentidos místicos hacia el universo o el polvo o el humo o una lágrima en que se refracta algún río o mar; cielo o infierno. Todo es posible. En La poesía como secreto peruano se evidencia de un modo muy personal el ocultamiento y maquillaje (blanco) forzado de lo indígena, de lo negro, de lo cholo y de lo mestizo en capacidad incierta cuando es todo de antípodas. En el Perú la poesía (toda su belleza) es un secreto porque todos la esconden. La gran resistencia y oposición de lo que llamamos Perú y de todo lo que hace su riqueza y diversidad sigue dormida. Aunque en estos días ya no tanto. A pesar de que el miedo y la vergüenza persiste en los espejos de los días llegados. Esta relación de oposición es notoria en el poema Idilio muerto de César Vallejo, publicado en Los Heraldos negros (1919): "Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita / de junco y capulí; / ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita / la sangre, como flojo cognac, dentro de mí. // Dónde estarán sus manos que en actitud contrita / planchaban en las tardes blancuras por venir; / ahora, en esta lluvia que me quita / las ganas de vivir. // Qué será de su falda de franela; de sus / afanes; de su andar; / de su sabor a cañas de mayo del lugar. // Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje, / y al fin dirá temblando: «¡Qué frío hay... Jesús!». / Y llorará en las tejas un pájaro salvaje". Esto es canon y esfera. ¿Qué mejor poema puede haber en el natural enfrentamiento entre Perú y España; de andinos y criollos; de rebeldes y felipillos? La problemática social, cultural y la lengua como eje de sangre desparramada figuran la tristeza en este poema. Y es que hagan lo que hagan los occidentales los seguirán viendo como cholitos de, con, sus llamitas, sus alforjas, sus fajas, sus llanques y chuyos y que siempre están tomando y danzando todo el año al pie de unos santos malditos. No miro a España como madre tantas veces nombrada e invocada en nuestra literatura; sino como presente y angustiada hermana. Tanto en ratificación de Vallejo en España, aparta de mí este cáliz. El respeto no es del otro sino de hacerse un respeto y un pánico propio. Para que ya no duerman y vivan la guerra ubicua, tamaños, entre Francia, Inglaterra, Alemania, España y un vasto etc. Pero tenemos a Chile, a Ecuador, a Colombia y aún no sabemos nada... ya parecemos cojudos y no es posible. La muerte a hacer lo mismo. Que la poesía salvaje, pura, mestiza, híbrida y de desbordes viva.
Hoy es inevitable que utilice formas y figuras definidas de conteo aunque luego las deformo para seguir probando otras, para que alcancen a otros ojos y oídos que no estén oxidados, sino inquietos y libres. Que estén dispuestos a olvidar para vislumbrar otros océanos rejuvenecidos de islas y témpanos que se estrellan con barcos de selvas en acción mutua. Sin embargo, no creo que sea el único, seguro que hay alguien más por ahí, escondido, con sus peligros o poemas sobrenaturales. En realidad, a mí, lo que más me interesa es la cohesión en el poema, su sentido en navegación constante y no reprimida. Cerrado de núcleo y abierto de superficie. Para mí la poesía es todo o es nada. Es vida y es muerte; en equilibrio entre mis sesos y carnes que coquetean en el mediodía a la noche y a la muerte enamorada. Yo vivo su guerra en estado constante y tal vez por esto bebo hasta acabar vomitando porque quiero olvidar y así poder dormir reposado. Quisiera vivir solamente para pasear y recordar el canto de los pájaros flechados por el arco iris y tener la imaginación para ver otra vez la rara música del amor. Y soñar otro peligroso poema.
8.- Finalmente nos interesa que nos cuentes sobre el libro que vienes preparando “La poesía como secreto peruano”. Para quienes hemos seguido tu producción ensayística hemos podido leer textos como “Prisma de nivelación: locura y renacimiento en Gérard de Nerval”, “Retardar sueños del principio: la poesía de San Juan de la Cruz” o “Jorge Eduardo Eielson. Lo trópico como paisaje, apareado, de heces sombrías y santas”, en ese sentido, ¿podemos esperar un libro límite entre el poema y el ensayo?
Definitivamente. Ya que no conozco otra manera de ver la poesía si no a través de la poesía. Y entre élla y en su reposo seguramente se escribirá lo natural del sentido provocado por el poema. La verdad. Un gran poema nos borra una o muchas fronteras. Las que limitan nuestra mente y nos hace seres inferiores. Reducidos de motivos y sentidos místicos hacia el universo o el polvo o el humo o una lágrima en que se refracta algún río o mar; cielo o infierno. Todo es posible. En La poesía como secreto peruano se evidencia de un modo muy personal el ocultamiento y maquillaje (blanco) forzado de lo indígena, de lo negro, de lo cholo y de lo mestizo en capacidad incierta cuando es todo de antípodas. En el Perú la poesía (toda su belleza) es un secreto porque todos la esconden. La gran resistencia y oposición de lo que llamamos Perú y de todo lo que hace su riqueza y diversidad sigue dormida. Aunque en estos días ya no tanto. A pesar de que el miedo y la vergüenza persiste en los espejos de los días llegados. Esta relación de oposición es notoria en el poema Idilio muerto de César Vallejo, publicado en Los Heraldos negros (1919): "Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita / de junco y capulí; / ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita / la sangre, como flojo cognac, dentro de mí. // Dónde estarán sus manos que en actitud contrita / planchaban en las tardes blancuras por venir; / ahora, en esta lluvia que me quita / las ganas de vivir. // Qué será de su falda de franela; de sus / afanes; de su andar; / de su sabor a cañas de mayo del lugar. // Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje, / y al fin dirá temblando: «¡Qué frío hay... Jesús!». / Y llorará en las tejas un pájaro salvaje". Esto es canon y esfera. ¿Qué mejor poema puede haber en el natural enfrentamiento entre Perú y España; de andinos y criollos; de rebeldes y felipillos? La problemática social, cultural y la lengua como eje de sangre desparramada figuran la tristeza en este poema. Y es que hagan lo que hagan los occidentales los seguirán viendo como cholitos de, con, sus llamitas, sus alforjas, sus fajas, sus llanques y chuyos y que siempre están tomando y danzando todo el año al pie de unos santos malditos. No miro a España como madre tantas veces nombrada e invocada en nuestra literatura; sino como presente y angustiada hermana. Tanto en ratificación de Vallejo en España, aparta de mí este cáliz. El respeto no es del otro sino de hacerse un respeto y un pánico propio. Para que ya no duerman y vivan la guerra ubicua, tamaños, entre Francia, Inglaterra, Alemania, España y un vasto etc. Pero tenemos a Chile, a Ecuador, a Colombia y aún no sabemos nada... ya parecemos cojudos y no es posible. La muerte a hacer lo mismo. Que la poesía salvaje, pura, mestiza, híbrida y de desbordes viva.
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