La idea de un regreso del inca no apareció de manera espontánea en la cultura andina. No se trató de una respuesta mecánica a la dominación colonial. En la memoria, previamente, se reconstruyó el pasado andino y se transformó para convertirlo en una alternativa al presente. Este es un rasgo distintivo de la utopía andina. La ciudad ideal no queda fuera de la historia o, remotamente, al inicio de los tiempos. Por el contrario, es un acontecimiento histórico. Ha existido. Tiene un nombre: el Tahuantinsuyo. Unos gobernantes: los incas. Una capital: el Cuzco. El contenido que guarda esta construcción ha sido cambiado para imaginar un reino sin hambre, sin explotación y donde los hombres andinos vuelvan a gobernar. El fin del desorden y de la oscuridad. Inca significa idea o principio ordenador.
En Buscando un Inca: Identidad y utopía en los Andes
Alberto, Tito, Flores Galindo
no sé: / respóndeme / poesía
si no serán tus turbulencias
que en la noche hacen sol
y oscuridad al mediodía
Haroldo de Campos
Infame turba de nocturnas aves,
Gimiendo tristes y volando graves.
Luis de Góngora y Cogote
Amanecidas Violentas de Mundos (Sol Negro Editores, 2009) del poeta José Pancorvo nos sumerge o nos arroja al difícil equilibrio de la diversidad, poderosa, débil, a veces, asfixiante y que permite la sobrevivencia en su aceptación/imposición por colisión. La belleza fuerte choca, encalla y la natural es la que siempre sobrevive, latido sobre latido, respiración sobre respiración, shock sobre shock no se apaga en artificios. El fuego que se creía apagado de antiguos sentimientos, de cruces forzados crece. Guerrear en esta poética es aceptar lo icónico y consuetudinario para brillar también por otras riquezas y pobrezas culturales en conflicto. Estas canciones jóvenes, terribles, de guerra, otras veces, de burla, de rezo, de grito, de celebración, de híbrida respiración, parecen apuntalar en un sacrificio libre, donde el río Rímac, vivo, discurre manchado de sangre, de heces, parece gritar en secreto hacia otra tétrica traición: ¿Qué alcalde rey elevará este gran río en pos de un jardín? Pero aún así es encomienda, quipe de luz; lo más propincuo al sentido de ofrenda, de entrega de los dones. La riqueza, para este punto, Perú, del mundo, del verano, de las primaveras eternas y de ficción: su don de creación, de aparición en los mercados, en los bares, en los cuarteles militares, en las religiones; camino al paraíso perdido parece haber crecido uno recuperado, de mixtura, crepúsculo, ocaso, arco iris, tornasol, tornadosol, hay un opúsculo concreto en esta poesía en escala de arpas múltiples astrales en pos de fusión vital, hay un huayno secreto que congoja sumado a un huaylas de explosión perenne, el yaraví sólo se insinúa, la chicha se eleva en figura fuerte, extensa, que devasta, y cree en un nuevo siglo, natural, clásico, aquí mismo, de escuela musical, bajo un cielo ácido de muchos cielos, de muchos ojos que viajan divinos de sueños, de transformación con trabajo. Esto se ve en ‘Marche Royale’: más niñas y siglos aparecen: así sea en el Ucayali / o en el jirón Huallaga friendo / marchando hacia el esplendor así sea. Dones de transparentes, invisibles, de fantasmas que ya se ven, que no se tapan la cara como en ‘Los Andes’ de Sérvulo Gutiérrez, de vergüenza, por ser de una cultura pura, telúrica, o sin brazos, por la impotencia, por la desigualdad de refrito en ‘Mito de la mujer y el vuelo’ de Tilsa Tsuchiya, o Alberto Quintanilla, con sus diablos coloridos, en masacre, oscuros y pendejos; la fusión se aparea hacia la perfección. La segregación natural ata y desata toda clase de cabos, la historia se recita, se reaprende, se olvida, se reescribe. Recuerdo la canción ‘I am cholo’ de D’mente común (grupo de rock nacido en 1994): Cholo... / La sangre del Inca corre por mis venas / las místicas leyendas no quieres creer / entre los andes y el cielo pude crecer / y una falsa ilusión me trajo aquí / abandoné mis tierras por ambición / mis sueños se derrumban en la realidad / por el color de tu piel te crees más que yo / pero tú eres cholo igual que yo. ‘Triciclo Perú’ de Los Mojarras y el inmortal Cachuca (nacido en 1992): Triciclo con zapato un vaso de chicha un buen reloj / camisas chucherías de todo en las calles y en montón / persigna la primera venta las calles están repletas / empuja el triciclo ambulante llamado PERÚ. O ‘Destruir’, hacia ciudad asesina, ciudad delicia, de Narcosis (nacido en 1984): La ciudad se me echa encima / toda esta mierda me asfixia / tengo que destruirlos / antes que ellos me destruyan. // Hay que destruir, / para volver a construir / hay que destruir, / para volver a construir. Todos contra la Anarquía dulce, sumando libertad, no la de Carlos Oliva: un estado de ánimo tan bello / como una flor amarilla en la noche: Anarquía / tuve que elevarme sobre ese amanecer / y dar pasos tan bellos. Siempre sobre/entre colores/sabores perfectos. Esta poesía hierve disímiles condiciones porque es hija/aborto/esperpento de un proceso largo y por miopía, y estupidez, repetitivo. Apogeo sobre miseria apogeo, y otra vez, miseria: es el rastro pestilente de la política económica peruana. Ya en los años 60 Javier Heraud escribía en su poema ‘Dos preguntas’: ¿Por qué será que todavía existen / infelices que nos hablan de una Lima / señorial, antigua, colonial y bella? / ¿Por qué quedan todavía desgraciados / que anhelan sin cesar la ciudad de los Reyes, / las tapadas, los balcones, la alameda, / si de eso sólo queda un basural de hambre, / de miseria y de mentira? (Poesía completa, Peisa, 1997). Los mayores dones en esta poesía de Pancorvo se aquilatan en amaneceres, en despertares profundos y profusos, hacia el reinado de lo mestizo. Se aceptan todas las culturas y todas las creencias, es un reino abierto y siempre hay una posibilidad, y un guiño natural hacia la guerra por ver otros colores fuertes, impredecibles en el cielo obscuro. Sucede así con las culturas fuertes. Es el caso de todas las que se desarrollaron en este reino de misterio llamado Perú. El poemario está lleno de visiones en ejercicio constante, cruzadas que golpean, dan un puñetazo, latigazo, como en ‘Los funerales de Atahualpa’ de Luis Montero, donde el único indígena, cholo, mestizo es el Inca y todo lo demás de figuración europeizante; pero más cercano al libro de José Pancorvo sería la versión pop del mismo cuadro de Marcel Velaochaga, donde aparecen: Abimael Guzmán, puño en alto, en pro de una reivindicación errática por modo, a Francisco Pizarro con oficiales del Ejército como piezas de un mapa fantasma, a Benedicto XVI, que bendice con una mano y con la otra cuelga la cabeza del ya cadáver Che Guevara, entre marines norteamericanos que fuerzan a los desconsolados indígenas fundidos con manifestantes obreros y un campesino escapado de los dibujos de Guamán Poma de Ayala: todo como historia fantasmagórica, de payasada, de la independencia del Perú.
En Canciones a La Eternidad Violenta, primera parte del poemario, aparece un despertar en la gloria de los locos bañados por el fuego que alumbra las amanecidas vivificantes y esplendorosas: solamente / de / madrugada / de Armas / solamente / de / tambaleo // me despierto levanto / como un mantarraya amarillo en la ola // por la Fuente me tambaleo / me tambaleo solamente / solamente en la Plaza de Armas (‘Plaza De Armas 360° En Tu Luz Perfectísima’). Recordemos que la Plaza de Armas, el Centro de Lima, ha sido tomado por el mestizaje, por la cultura chicha, por la riqueza que en ésta se eleva (el camino de Miguel Ildefonso que más me gusta), y que no fue fácil, por eso el poeta dice: mi tambaleo fue forzoso / violento / quebrantador (…) // cuando pude amanecer / ya se ponía el sol / y me salió otra razón (‘Canción De La Escalera Violenta’). La migración produjo fuerzas ahora incontenibles. Si al principio pareció que éstas invadían la llamada capital y su inocente serenidad que provocaba y aún provoca, porque nada se hace pensando en el futuro, vergüenza y rabia; hoy estas fuerzas de la migración están proyectadas hacia el mundo, de exportación cultural, por eso en ‘Canción De La Botella Violenta’ se dice: asaltamos el bar / asaltamos a las trabajadoras / asaltamos el mercado recién abierto / asaltamos el municipio y la casa de gobierno // asaltamos varias casas de gobierno / y los cuarteles subterráneos de las grandes potencias / nos adueñamos de los sistemas y de los antisistemas / y de los universos conocidos y desconocidos / y de miles de otras botellas rarísimas. El poeta vislumbra lo que le espera a esta gran cultura que trataron de borrar, de desaparecer. Pero allí están radiantes: César Vallejo, José María Arguedas, Alejandro Peralta (el que engrana máquinas, combustible y soledad en Ande y El Kollao), Gamaliel Churata, Alejandro Romualdo (el del poema que provocó que se compusiera ‘Canto Coral a Túpac Amaru’ por Edgar Valcárcel y el de Ni pan ni circo), Juan Ojeda y Óscar Colchado Lucio (el de Rosa Wanca, Lorenzo Taipe, Liborio y Wayra en Rosa Cuchillo y el de los cuentos mágicos en las aventuras de Cholito).
En la segunda parte, Estados Unimismados, ya no es la acción sino la intimidad que emerge, que crea hacia la permanencia, la continuidad de la cultura, así dice el poema ‘Com Poetría Entre El Sol e La Foja’: eternidad a flotar entre el sol y la página // la toda momento hasta espejo / la toda color hasta espejo / la toda escalera hasta espejo / la toda sortija hasta espejo / de haber durante parque el hambre luz // y en la sombra de las manos los siglos espejo / la todo espejo a la página. Se refracta lo aprendido, en la página en blanco se graba, se esculpe su belleza y bondades. Amanecidas Reaccionarias, Satánicas, Vulgares, Hieráticas y Mundiales, la tercera parte, nos fija, nos establece, nos reestablece lo comunicado en el principio, se alargan las notas, su naturaleza se funda en las culturas que estuvieron ocultas, pero que ahora enriquecen otras potestades, se habla de la mecánica de las facultades hacia la industrialización, tecnología de punta, y un boicot latente perenne en ‘Vulgo Cristalino’: los monstruos invisibles chinean a través / de la composición de los músculos y órganos / y manyan perfectamente cada músculo / cada hueso y cada jugo // y en la Avenida Brasil pueden ver el proceso / del helado de vainilla y los barquillos / en el esófago etc etc // los monstruos invisibles / saben que todo alude a otra cosa / y se atormentan oscureciendo la Av. Brasil / y cranean una lenta venganza / contra los humanitos recién bautizados. La riqueza, las señales de poder y el juego van de la mano; los poemas se parecen a un fardo andino por los ricos y diversos colores, ‘Vulgo Velocísimo’: sueño que soy un camarón / plomo pero // de madrugada de pronto / navegando en la mesa veo tu pronto / Desaparecer / y te escribo este correo. Estas señales también sugieren otros gobiernos, otros ejércitos, otro tipo de controles de riquezas, de nuevas riquezas reflejadas: se sacuden estatuas jurídicas y en el teatrín de la duda / los intestinos hacen jeroglíficos en el satín del hidrógeno / y predica el sarcófago feliz como robot / de ropaje tibetano cúrcuma y páprika sobre aguas / gaseosas melódicas que juegan con cráneos / e iguanas y escarabajos errantes al azar (‘Cambio De Piel Mundial: Primer Día’). Es la realización de la nueva urbehibris lanzada hacia el futuro.
En la parte final, Amanecidas Del Imperator Inca Rey En La Plaza De Armas De La Ciudad De Los Reyes, se da la culminación, la coronación del gran rastro, de la cultura que ha sobrevivido toda clase de padeceres en su transcurrir histórico a galope nocturno (en burro, como arlequín en burro). Pero no se habla, no se canta a un único sino a muchos, al común, que es heredero de este proceso histórico, hoy en éxtasis por creación. Es la coronación de un pueblo, de un reino, de un reino esplendoroso del color (alusión de Antonio Cisneros a la obra de Enrique Polanco), de un sentir, del que ya nos hablaba Manuel González Prada hace más de un siglo. Es una ‘Marche Royale’: la gran estrella serpiente así sea / entre Sicuani y Jauja moviéndose / copa o corona lo non pagava // casi nadando saca / la lengua sobre el ají y cae la chicha / rígida sobre las calabazas Huanca // e a maravilla lo han / los niños la vinieron a recoger estrella así sea / llena del buen loor de la mansa tierra saciada // más niñas y siglos aparecen: así sea en el Ucayali / o en el jirón Huallaga friendo / marchando hacia el esplendor así sea.
No todos fueron ignorantes, felizmente, no todos fueron estúpidos; allí están: Enrique López Albújar (el de ‘Ushanan Jampi’ en Cuentos Andinos y Matalaché), José Carlos Mariátegui, Abraham Valdelomar y Miguel Gutiérrez (el de Sacramento Chira, El Conchal y Sansón Carrasco en La violencia del tiempo y La generación del 50: un mundo dividido). Y más cometa ají.
Vox profundamente en lince.
En Buscando un Inca: Identidad y utopía en los Andes
Alberto, Tito, Flores Galindo
no sé: / respóndeme / poesía
si no serán tus turbulencias
que en la noche hacen sol
y oscuridad al mediodía
Haroldo de Campos
Infame turba de nocturnas aves,
Gimiendo tristes y volando graves.
Luis de Góngora y Cogote
Amanecidas Violentas de Mundos (Sol Negro Editores, 2009) del poeta José Pancorvo nos sumerge o nos arroja al difícil equilibrio de la diversidad, poderosa, débil, a veces, asfixiante y que permite la sobrevivencia en su aceptación/imposición por colisión. La belleza fuerte choca, encalla y la natural es la que siempre sobrevive, latido sobre latido, respiración sobre respiración, shock sobre shock no se apaga en artificios. El fuego que se creía apagado de antiguos sentimientos, de cruces forzados crece. Guerrear en esta poética es aceptar lo icónico y consuetudinario para brillar también por otras riquezas y pobrezas culturales en conflicto. Estas canciones jóvenes, terribles, de guerra, otras veces, de burla, de rezo, de grito, de celebración, de híbrida respiración, parecen apuntalar en un sacrificio libre, donde el río Rímac, vivo, discurre manchado de sangre, de heces, parece gritar en secreto hacia otra tétrica traición: ¿Qué alcalde rey elevará este gran río en pos de un jardín? Pero aún así es encomienda, quipe de luz; lo más propincuo al sentido de ofrenda, de entrega de los dones. La riqueza, para este punto, Perú, del mundo, del verano, de las primaveras eternas y de ficción: su don de creación, de aparición en los mercados, en los bares, en los cuarteles militares, en las religiones; camino al paraíso perdido parece haber crecido uno recuperado, de mixtura, crepúsculo, ocaso, arco iris, tornasol, tornadosol, hay un opúsculo concreto en esta poesía en escala de arpas múltiples astrales en pos de fusión vital, hay un huayno secreto que congoja sumado a un huaylas de explosión perenne, el yaraví sólo se insinúa, la chicha se eleva en figura fuerte, extensa, que devasta, y cree en un nuevo siglo, natural, clásico, aquí mismo, de escuela musical, bajo un cielo ácido de muchos cielos, de muchos ojos que viajan divinos de sueños, de transformación con trabajo. Esto se ve en ‘Marche Royale’: más niñas y siglos aparecen: así sea en el Ucayali / o en el jirón Huallaga friendo / marchando hacia el esplendor así sea. Dones de transparentes, invisibles, de fantasmas que ya se ven, que no se tapan la cara como en ‘Los Andes’ de Sérvulo Gutiérrez, de vergüenza, por ser de una cultura pura, telúrica, o sin brazos, por la impotencia, por la desigualdad de refrito en ‘Mito de la mujer y el vuelo’ de Tilsa Tsuchiya, o Alberto Quintanilla, con sus diablos coloridos, en masacre, oscuros y pendejos; la fusión se aparea hacia la perfección. La segregación natural ata y desata toda clase de cabos, la historia se recita, se reaprende, se olvida, se reescribe. Recuerdo la canción ‘I am cholo’ de D’mente común (grupo de rock nacido en 1994): Cholo... / La sangre del Inca corre por mis venas / las místicas leyendas no quieres creer / entre los andes y el cielo pude crecer / y una falsa ilusión me trajo aquí / abandoné mis tierras por ambición / mis sueños se derrumban en la realidad / por el color de tu piel te crees más que yo / pero tú eres cholo igual que yo. ‘Triciclo Perú’ de Los Mojarras y el inmortal Cachuca (nacido en 1992): Triciclo con zapato un vaso de chicha un buen reloj / camisas chucherías de todo en las calles y en montón / persigna la primera venta las calles están repletas / empuja el triciclo ambulante llamado PERÚ. O ‘Destruir’, hacia ciudad asesina, ciudad delicia, de Narcosis (nacido en 1984): La ciudad se me echa encima / toda esta mierda me asfixia / tengo que destruirlos / antes que ellos me destruyan. // Hay que destruir, / para volver a construir / hay que destruir, / para volver a construir. Todos contra la Anarquía dulce, sumando libertad, no la de Carlos Oliva: un estado de ánimo tan bello / como una flor amarilla en la noche: Anarquía / tuve que elevarme sobre ese amanecer / y dar pasos tan bellos. Siempre sobre/entre colores/sabores perfectos. Esta poesía hierve disímiles condiciones porque es hija/aborto/esperpento de un proceso largo y por miopía, y estupidez, repetitivo. Apogeo sobre miseria apogeo, y otra vez, miseria: es el rastro pestilente de la política económica peruana. Ya en los años 60 Javier Heraud escribía en su poema ‘Dos preguntas’: ¿Por qué será que todavía existen / infelices que nos hablan de una Lima / señorial, antigua, colonial y bella? / ¿Por qué quedan todavía desgraciados / que anhelan sin cesar la ciudad de los Reyes, / las tapadas, los balcones, la alameda, / si de eso sólo queda un basural de hambre, / de miseria y de mentira? (Poesía completa, Peisa, 1997). Los mayores dones en esta poesía de Pancorvo se aquilatan en amaneceres, en despertares profundos y profusos, hacia el reinado de lo mestizo. Se aceptan todas las culturas y todas las creencias, es un reino abierto y siempre hay una posibilidad, y un guiño natural hacia la guerra por ver otros colores fuertes, impredecibles en el cielo obscuro. Sucede así con las culturas fuertes. Es el caso de todas las que se desarrollaron en este reino de misterio llamado Perú. El poemario está lleno de visiones en ejercicio constante, cruzadas que golpean, dan un puñetazo, latigazo, como en ‘Los funerales de Atahualpa’ de Luis Montero, donde el único indígena, cholo, mestizo es el Inca y todo lo demás de figuración europeizante; pero más cercano al libro de José Pancorvo sería la versión pop del mismo cuadro de Marcel Velaochaga, donde aparecen: Abimael Guzmán, puño en alto, en pro de una reivindicación errática por modo, a Francisco Pizarro con oficiales del Ejército como piezas de un mapa fantasma, a Benedicto XVI, que bendice con una mano y con la otra cuelga la cabeza del ya cadáver Che Guevara, entre marines norteamericanos que fuerzan a los desconsolados indígenas fundidos con manifestantes obreros y un campesino escapado de los dibujos de Guamán Poma de Ayala: todo como historia fantasmagórica, de payasada, de la independencia del Perú.
En Canciones a La Eternidad Violenta, primera parte del poemario, aparece un despertar en la gloria de los locos bañados por el fuego que alumbra las amanecidas vivificantes y esplendorosas: solamente / de / madrugada / de Armas / solamente / de / tambaleo // me despierto levanto / como un mantarraya amarillo en la ola // por la Fuente me tambaleo / me tambaleo solamente / solamente en la Plaza de Armas (‘Plaza De Armas 360° En Tu Luz Perfectísima’). Recordemos que la Plaza de Armas, el Centro de Lima, ha sido tomado por el mestizaje, por la cultura chicha, por la riqueza que en ésta se eleva (el camino de Miguel Ildefonso que más me gusta), y que no fue fácil, por eso el poeta dice: mi tambaleo fue forzoso / violento / quebrantador (…) // cuando pude amanecer / ya se ponía el sol / y me salió otra razón (‘Canción De La Escalera Violenta’). La migración produjo fuerzas ahora incontenibles. Si al principio pareció que éstas invadían la llamada capital y su inocente serenidad que provocaba y aún provoca, porque nada se hace pensando en el futuro, vergüenza y rabia; hoy estas fuerzas de la migración están proyectadas hacia el mundo, de exportación cultural, por eso en ‘Canción De La Botella Violenta’ se dice: asaltamos el bar / asaltamos a las trabajadoras / asaltamos el mercado recién abierto / asaltamos el municipio y la casa de gobierno // asaltamos varias casas de gobierno / y los cuarteles subterráneos de las grandes potencias / nos adueñamos de los sistemas y de los antisistemas / y de los universos conocidos y desconocidos / y de miles de otras botellas rarísimas. El poeta vislumbra lo que le espera a esta gran cultura que trataron de borrar, de desaparecer. Pero allí están radiantes: César Vallejo, José María Arguedas, Alejandro Peralta (el que engrana máquinas, combustible y soledad en Ande y El Kollao), Gamaliel Churata, Alejandro Romualdo (el del poema que provocó que se compusiera ‘Canto Coral a Túpac Amaru’ por Edgar Valcárcel y el de Ni pan ni circo), Juan Ojeda y Óscar Colchado Lucio (el de Rosa Wanca, Lorenzo Taipe, Liborio y Wayra en Rosa Cuchillo y el de los cuentos mágicos en las aventuras de Cholito).
En la segunda parte, Estados Unimismados, ya no es la acción sino la intimidad que emerge, que crea hacia la permanencia, la continuidad de la cultura, así dice el poema ‘Com Poetría Entre El Sol e La Foja’: eternidad a flotar entre el sol y la página // la toda momento hasta espejo / la toda color hasta espejo / la toda escalera hasta espejo / la toda sortija hasta espejo / de haber durante parque el hambre luz // y en la sombra de las manos los siglos espejo / la todo espejo a la página. Se refracta lo aprendido, en la página en blanco se graba, se esculpe su belleza y bondades. Amanecidas Reaccionarias, Satánicas, Vulgares, Hieráticas y Mundiales, la tercera parte, nos fija, nos establece, nos reestablece lo comunicado en el principio, se alargan las notas, su naturaleza se funda en las culturas que estuvieron ocultas, pero que ahora enriquecen otras potestades, se habla de la mecánica de las facultades hacia la industrialización, tecnología de punta, y un boicot latente perenne en ‘Vulgo Cristalino’: los monstruos invisibles chinean a través / de la composición de los músculos y órganos / y manyan perfectamente cada músculo / cada hueso y cada jugo // y en la Avenida Brasil pueden ver el proceso / del helado de vainilla y los barquillos / en el esófago etc etc // los monstruos invisibles / saben que todo alude a otra cosa / y se atormentan oscureciendo la Av. Brasil / y cranean una lenta venganza / contra los humanitos recién bautizados. La riqueza, las señales de poder y el juego van de la mano; los poemas se parecen a un fardo andino por los ricos y diversos colores, ‘Vulgo Velocísimo’: sueño que soy un camarón / plomo pero // de madrugada de pronto / navegando en la mesa veo tu pronto / Desaparecer / y te escribo este correo. Estas señales también sugieren otros gobiernos, otros ejércitos, otro tipo de controles de riquezas, de nuevas riquezas reflejadas: se sacuden estatuas jurídicas y en el teatrín de la duda / los intestinos hacen jeroglíficos en el satín del hidrógeno / y predica el sarcófago feliz como robot / de ropaje tibetano cúrcuma y páprika sobre aguas / gaseosas melódicas que juegan con cráneos / e iguanas y escarabajos errantes al azar (‘Cambio De Piel Mundial: Primer Día’). Es la realización de la nueva urbehibris lanzada hacia el futuro.
En la parte final, Amanecidas Del Imperator Inca Rey En La Plaza De Armas De La Ciudad De Los Reyes, se da la culminación, la coronación del gran rastro, de la cultura que ha sobrevivido toda clase de padeceres en su transcurrir histórico a galope nocturno (en burro, como arlequín en burro). Pero no se habla, no se canta a un único sino a muchos, al común, que es heredero de este proceso histórico, hoy en éxtasis por creación. Es la coronación de un pueblo, de un reino, de un reino esplendoroso del color (alusión de Antonio Cisneros a la obra de Enrique Polanco), de un sentir, del que ya nos hablaba Manuel González Prada hace más de un siglo. Es una ‘Marche Royale’: la gran estrella serpiente así sea / entre Sicuani y Jauja moviéndose / copa o corona lo non pagava // casi nadando saca / la lengua sobre el ají y cae la chicha / rígida sobre las calabazas Huanca // e a maravilla lo han / los niños la vinieron a recoger estrella así sea / llena del buen loor de la mansa tierra saciada // más niñas y siglos aparecen: así sea en el Ucayali / o en el jirón Huallaga friendo / marchando hacia el esplendor así sea.
No todos fueron ignorantes, felizmente, no todos fueron estúpidos; allí están: Enrique López Albújar (el de ‘Ushanan Jampi’ en Cuentos Andinos y Matalaché), José Carlos Mariátegui, Abraham Valdelomar y Miguel Gutiérrez (el de Sacramento Chira, El Conchal y Sansón Carrasco en La violencia del tiempo y La generación del 50: un mundo dividido). Y más cometa ají.
Vox profundamente en lince.
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